Cómo convertir a un posible balón de oro en un jugador transparente

OPINIÓN - Ha llegado la hora de hablar de Griezmann y su sonrojante realidad

César Ponce Becerril | 28 Jun 2020 | 14.30
facebook twitter whatsapp Comentarios
Griezmann, de mal en peor
Griezmann, de mal en peor

En Sevilla el Barça se jugaba media liga, y Antoine Griezmann fue el suplente de Martin Braithwaite. En Vigo, sin margen de error para el Barça, el francés volvió a calentar banquillo dejando su sitio a Ansu Fati. El fichaje llamado a completar un tridente de lujo vive una realidad sonrojante que el Barça ya ni se esfuerza en disimular.

Primero era un problema de adaptación. Luego que si no mezcla bien con sus compañeros. Varios argumentos, edulcorados con una aceptable hoja estadística, sirvieron para tapar el pobre rendimiento de un fichaje de 120 kilos que se ha convertido en un jugador transparente.

Ahora ya no hay excusas. El campeón del mundo francés no tiene asegurada la titularidad y como revulsivo es totalmente intrascendente. Sus desmarques pasan desapercibidos para sus compañeros y la crisis de confianza del propio Griezmann en sus posibilidades ha alcanzado cotas alarmantes.

Hace poco estaba en la terna para ganar el balón de oro, pero ahora es un jugador que sale un cuarto de hora cuando su equipo de juega la liga. Griezmann era alegría, pero hace tiempo que ya no sonríe. El culé ya no espera nada de Griezmann, y esa es lo peor que se puede decir de su realidad actual. Su intrascendencia ha alcanzado un punto de no retorno y ambas partes deben buscar una salida para separar sus caminos. De no ser así, lo que puede estar en riesgo es su carrera.

Griezmann necesita un nuevo horizonte donde no esté encorsetado. Un sistema que le favorezca y no le arrincone. Necesita volver a sonreír y en el Barça es imposible, porque además, en este Barça cada vez sonríe menos gente. El francés ha llegado al peor club posible en el peor momento posible, cuando en verano parecía todo lo contrario. En lugar de sumar, Griezmann ha restado, siendo incapaz de rebelarse a una situación que se antoja difícil de entender.

Se dijo que tras el confinamiento estaba en la forma física idónea para empezar a rendir como se esperaba de un crack como él, pero en la reanudación del fútbol su regresión no ha hecho más que acentuarse. Simplemente, hay veces que las piezas no encajan, por más que se insista en intentarlo. Ha llegado el momento de hablar de Griezmann sin disimulo, de aceptar el fracaso de su fichaje, como ocurrió con Coutinho y Dembélé. El Barça empieza a ser una trituradora de talentos.