
El Atlético de Madrid ha tomado una ligera ventaja en la eliminatoria ante un Liverpool irreconocible. Hasta ahí, la lectura de todos es la misma, no cabe otra. El actual campeón de la Champions League que ya tiene la Premier en su bolsillo disputó su peor encuentro de la temporada, con abismal diferencia, y es que perdió sin tirar a puerta. Pero que al mejor equipo le sucediese algo así en la noche de ayer con el Wanda Metropolitano como espectador no fue casualidad. El estilo de juego del Atleti que tanto ha perfeccionado Diego Pablo Simeone es el peor posible para que el Liverpool pueda hacerles daño, y por eso lo analizamos.
El mayor peligro del equipo red procede al contragolpe, es un equipo capacitado para correr con espacio por delante, para deleitarnos con contras maravillosas gracias al fútbol veloz de vértigo que pueden practicar jugadores como Mo Salah, Sadio Mané, Georgino Wijnaldum, Andrew Robertson o Trent Alexander Arnold entre otros muchos. Ante una marabunta de jugadores bien estructurados, que defienden en claras líneas bien juntas cerca de su portería, las ideas se acaban y se vuelven más turbias.
El Liverpool es un equipo predominantemente ofensivo, no suele ser catalogado como un equipo de carácter defensivo, y sin embargo no tiró a portería en un encuentro a 90 minutos. A priori, el análisis es sencillo: ese estilo de juego que proyectan los pupilos de Simeone no gusta a Klopp y a los suyos, es uno de los peores rivales que le podían tocar en el sorteo de estos octavos. A pesar de lo que pudiera parecer por nivel, un equipo como el Fútbol Club Barcelona o el Manchester City, con más protagonismo de balón, les habría resultado más fácil porque habría potenciado todo ese arsenal de contragolpes tantas veces visto.
¿Y la solución? Es meramente futbolística, de conseguir soltar ese balón, robar y hacer daño. No será fácil, pues tácticamente los planteamientos del Cholo suelen ser perfectos. El factor diferencial puede volver a ser, como tantas veces, Anfield. Y si no, que se lo digan a la parroquia culé.