Jerarquía, carácter, nivel competitivo. Que siete de las últimas nueve ediciones de la Champions League se hayan quedado en las vitrinas del Real Madrid, el FC Barcelona y el FC Bayern Munich es de todo menos una casualidad: ellos han contado con la inmensa mayoría de los mejores jugadores de la década, pero también con los mejores competidores. Durante estos años la grandeza -en mayúscula- la han representado Sergio Ramos, Philippe Lahm, Gerard Piqué, Sergio Busquets, Luka Modric, Andrés Iniesta, Toni Kroos, Xabi Alonso, Arjen Robben, Cristiano Ronaldo o Leo Messi.
Esos tres equipos, especialmente los dos españoles, han reunido a auténticas selecciones mundiales. Onces en los que -en algunos casos- cabe uno o ningún futbolista de otros semifinalistas de Champions. Es por eso que algunos proyectos faraónicos se estrellan un año tras otro contra ellos: son muy inferiores. Porque por mucho dinero que gasten, a los mejores, salvo en contadas excepciones como la de Neymar, no los pueden fichar.