A diferencia de lo que muchas voces apuntan cada vez que el FC Barcelona cae derrotado, el problema del conjunto blaugrana no está en los pesos pesados de su vestuario. Por lo menos, futbolísticamente hablando. Es cierto que el nivel de algunos ha descendido en las últimas temporadas debido al imparable paso de los años y que su salario es desorbitado en cuanto al rendimiento colectivo final, pero es una realidad que, si no fuera por lo que aportan sobre el verde, la entidad culé estaría aún más lejos de alzarse con un trofeo a final de campaña. Y aquí vamos a demostrar por qué.
Desde hace ya varios veranos, se vislumbra que el cuadro azulgrana necesita una revolución en su plantilla que le devuelva a la primera plana del fútbol europeo. El equipo da muestras de agotamiento y falta de hambre en determinados momentos y el lastre económico de algunos sueldos corta las alas a la hora de incorporar nuevos talentos en el futuro. Sin embargo, la verdad es que durante los últimos cuatro cursos (que es cuando se han dado las caídas de Roma, Liverpool, Bayern y PSG), el Barça ha ido incorporando varias piezas de renombre que deberían haber cambiado la tónica negativa y no lo han hecho. Ya no en las citas importantes, sino que ni si quiera en el día a día se ha visto que se echen el equipo a la espalda, como sus sueldos e importancia sobre el papel deberían exigir. La nula efectividad de Griezmann, la irregularidad constante de Dembélé y la pasividad e inoperancia de Coutinho son el mejor ejemplo de ello.
Ante tal fracaso de los recién llegados, cuesta pensar en un Barça sin las vacas sagradas sacando las castañas del fuego semana tras semana. Nadie quita responsabilidad a los que más tiempo llevan en Can Barça en los batacazos anteriormente mencionados, pero tampoco nadie puede negar que los culés no llegarían a dichas citas si no fuera por el rendimiento de Messi y compañía. Es decir, a los cracks de siempre hay que exigirles por el status que tienen, no obstante, ¿es justo señalarlos siempre cuando son los únicos que rinden casi que cada domingo? ¿No habría que “atizar” y cuestionar la rentabilidad de los nuevos fichajes así como a los encargados de realizarlos?
Las vacas sagradas, inamovibles
Solo tres futbolistas de la nueva camada han conseguido ganarse a la afición y a los técnicos gracias a su trabajo sobre el terreno de juego. Ter Stegen en la portería, De Jong en el centro del campo (aunque le costó) y Pedri en la mediapunta sí demuestran tener nivel y personalidad como para formar parte de un Barça campeón. Son capaces de imponerse a rivales de renombre y marcar diferencias como la historia del FC Barcelona obliga a sus jugadores. El resto, dejan mucho que desear. Excepto los de siempre:
- Gerard Piqué: el central catalán es el hombre más importante de la zaga. A sus 34 años, solo Araújo se pone a su altura para formar pareja en la defensa, ya que Lenglet y Umtiti están viviendo un proceso de involución que parece no tener fin hasta que abandonen la Ciudad Condal.
- Jordi Alba: es otro de los que suele sonar que debería abandonar el Barça, pero ¿alguien puede decir quién le pone un balón de gol mejor al futbolista más determinante del equipo, es decir, a Leo Messi? Son 9 asistencias y cuatro goles los que acumula a sus 31 años. Su conexión con el ‘10’ es la principal arma ofensiva y resulta increíble pensar en querer darle una salida para quedarse con Júnior Firpo. Ante el Elche, si no es Messi el que marca, es él. Ningún otro.
- Sergi Roberto: a un menor nivel que Alba, pero es otro futbolista que cuando juega, cumple con lo que pide el equipo. La incorporación de Dest pareció cerrarle definitivamente la puerta del lateral, aunque el estadounidense no acaba de cumplir con las expectativas generadas. Sergi Roberto siempre hace lo que tiene que hacer y eso en la élite es mucho más que simples expectativas.
- Sergio Busquets: puede ser el más señalado porque es al que más se le están viendo las carencias con el paso de los años. Pero todo tiene un motivo. A su edad (32), es muchas veces desbordado por el escaso trabajo de presión de la línea ofensiva y los interiores. Cada vez veremos menos al mejor Busquets, pero con balón también es de los pocos que es capaz de darle un balón en ventaja al de siempre. Balones de gol como el que da filtrando entre líneas ante el Alavés son una constante y ninguno del plantel los da. Además, cuando el equipo tiene el día, vuelve a ser ese recuperador nato que da alas al juego ofensivo en tres cuartos. Vender a Busquets sería perder a un futbolista con ADN Barça que en determinados momentos claves puede ser muy útil para mantener la posesión y esconder la pelota. La solución sería encontrarle un buen sustituto o que los jugadores en plantilla se ganasen el puesto y que el bueno de ‘Busi’ pasase a ser una alternativa, no la opción de siempre porque no hay nadie mejor.
- Leo Messi: qué decir del mejor. Del que siempre marca las diferencias. Del que, sin apenas compañeros a los lados para combinar y conectar, sigue destrozando defensas y perforando la portería rival como el que más. Pichichi de LaLiga Santander, poco más que decir que si no fuera por sus goles y asistencias, el Barça sería un equipo de tabla media sin gente que marque las diferencias. Esa es la realidad. Ya lo dice Koeman como otros muchos dijeron, Leo lo hace habitualmente, pero no puede hacerlo todo solo siempre.
Hoy tienen una nueva oportunidad ante el Sevilla de demostrar que por mucho que pasen los años y los entrenadores, estos futbolistas siguen siendo los únicos que mantienen al Barcelona ahí, en la pomada de los títulos, contando sábado tras sábado con la confianza de Koeman. Por algo será.