
La fama y el aura del Estadio de Maracaná es conocida por todos los amantes del fútbol. De hecho, la primera gran gesta del fútbol uruguayo fue nada más y nada menos que en ese escenario, cuando la selección charrúa derrotó a la todopoderosa Brasil, que ejercía de local, en la final del Mundial en 1950, grabando en la historia el nombre de Uruguay y sentando el precedente que se utiliza desde entonces cada vez que un equipo juega en su estadio la final de un torneo.
Bien, pues desde la última final disputada en el Estadio de Maracaná hace apenas unos meses en la Copa América que ganó la canarinha, el templo del fútbol mundial volverá a vivir una gran cita con la historia a finales del año 2020.
La Conmebol, el máximo organismo del fútbol sudamericano y encargada de organizar y dirigir la Copa Libertadores, ha escogido como sede de la final de la edición de la próxima temporada el estadio situado en Río de Janeiro, que actualmente sirve de hogar para el Flamengo, posible finalista de la edición de 2019, y el Fluminense.
A su vez, el Estadio Mario Alberto Kempes, de la ciudad de Córdoba, en Argentina, ha sido el elegido para albergar la final de la Copa Sudameriana, la segunda competición más importante del continente.
El Estadio de Maracaná tiene una capacidad de 84.738 espectadores y fue remodelado entre 2010 y 2013 con motivo del Mundial que se disputó en el país amazónico en 2014 que terminó coronando a Alemania como campeona y dejando uno de los ridículos más históricos del fútbol brasileño, el 1-7 que encajaron ante la selección germana.
En las gradas de Maracaná se han vivido partidos de Mundiales, Copas Américas, Copas Confederaciones y, obviamente, Copas Libertadores, Sudamericanas y liga y copa de Brasil, pero será la primera vez en la historia del estadio que se dispute una final de la Copa Libertadores a partido único.